El Cholito demuestra en cada partido porque está en el Atlético de Madrid, no por enchufismo, sino por \'huevismo\'.
Fuente: Goal
Después de la grave lesión que sufrió el año pasado, fractura de peroné y luxación de tobillo, su garra y su lucha interna dieron resultado y en menos de de seis meses volvió al campo como un guerrero. Su temporada en el Alavés ha dado sus frutos y tanto la directiva como el técnico argentino han apostado por él, ambos creen que está listo y que no necesita otra cesión.
El hijo de Diego Pablo Simeone disputa pocos minutos sobre el terreno de juego, pero los que juega los aprovecha al máximo, corre y lucha cada balón que tiene, genera peligro y defiende atrás, como le gusta a su padre, siente los colores del Atleti, los representa y los defiende, sabe lo que significa vestir el escudo del Atlético de Madrid y se deja la piel en cada encuentro por la camiseta. Para él, el Atleti no es solo un club, es una manera de vivir, es su hogar, su religión.
Evidentemente no es un fijo en el once titular de el Cholo, hay mucha competencia en la zaga ofensiva del cuadro rojiblanco y al Cholito aún le queda aprender mucho, no obstante es un buen revulsivo y un extremo con el que el entrenador sabe que puede contar para dar energía al equipo y revolucionar el encuentro. Giuliano aporta la fuerza y el coraje que le falta a la plantilla y es por ese motivo una pieza fundamental en el esquema.
Sin irse muy lejos, fue el detonante en la remontada del Atleti ante el Leganés, una pesadilla para el conjunto pepinero. El 22 del Atleti puso un centro desde el córner para que Witsel se la pasara a Sorloth y el noruego hacer lo suyo, ahí llegaba el tanto del empate. Nuevamente y para adelantar a su Atleti, volvía a aparecer el Cholito un balón largo, muy largo pasado a la banda, donde solo un Simeone puede llegar, lo luchó, lo ganó y puso un caramelo a Griezmann que no desaprovecharía.
Fuente: @estoesatleti