El Celta de Vigo ofreció una actuación irregular en el partido de ayer, evidenciando tanto luces como sombras en su juego. A pesar de un arranque prometedor, donde lograron imponer su ritmo y dominar la posesión durante varios tramos, el equipo gallego volvió a demostrar su fragilidad defensiva, un problema recurrente en esta temporada.
Iago Aspas agarrándose el escudo | Fuente: RC Celta de Vigo
En ataque, la movilidad de Iago Aspas fue una de las claves, generando peligro con sus habituales diagonales y asociaciones en la frontal del área, pero su conexión con el resto de la delantera no fue del todo fluida. El centro del campo, por momentos, careció de profundidad, lo que limitó las opciones de crear jugadas más claras en los últimos metros.
El punto más preocupante fue la línea defensiva, que cometió errores puntuales, algunos de ellos decisivos. Las transiciones rápidas del rival expusieron las carencias en el repliegue celeste, y esto se tradujo en situaciones de peligro que el Celta no supo contener. El portero estuvo exigido en varias ocasiones, aunque también cometió alguna imprecisión que puso en aprietos a su equipo.
A pesar de la derrota, se vieron destellos positivos, sobre todo en la presión alta y la capacidad de reacción tras encajar. Sin embargo, la falta de consistencia en los 90 minutos sigue siendo el gran lastre para los de Claudio Giráldez, que deberán trabajar en la solidez defensiva y la fluidez ofensiva si quieren alejarse de los puestos bajos de la tabla. El equipo necesita encontrar ese equilibrio que les permita ser más competitivos en el tramo final de la temporada.
En resumen, el equipo celeste necesita mejorar en las facetas defensivas, pero sigue cumpliendo como ha demostrado en las primeras jornadas en la delantera. El partido se acabo saldando con victoria del equipo rojiblanco pero habiendo sufrido en varios tramos del partido a manos del equipo vigués.
Samuel Banga, @saamuu.ba
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